Volver a la rutina de septiembre con alegría, emoción y sin el más mimo atisbo de preocupación, pereza o tristeza, es algo que pedimos a la infancia, pero que las personas adultas no hacemos ni de lejos.
Nosotros podemos tener síndrome postvacacional, crisis varias, ponernos insoportables o despotricar sin sentirnos juzgados.
Hay infinidad de páginas, post o artículos de apoyo y consejos para que la vuelta al trabajo no sea una pesadilla.
Pero si vas al cole, no se te ocurra expresar que tienes cosilla de enfrentarte a lo desconocido, de conocer a tu nueva maestra o de hacer amigos. Tampoco que te da nervios en la tripa separarte de tus padres, que piensas que madrugar obligado es un asco o que lo de aprender a leer o a sumar te da cierto miedo.
Por eso teníamos tantas ganas de poder publicar un cuento que ayude a superar este proceso, pero con el foco puesto en los niños y niñas, y no en los adultos y adultas. En nuestro cuento No hay nada que más mole que la vuelta al cole (y al trabajo) validamos y ponemos palabras a todas esas emociones… que, aunque no se expresen, existen.
Y, ahora sí, feliz vuelta al cole (y al trabajo)